martes, 30 de octubre de 2012

En Antioquia se habla de paz


La esperanza de una solución negociada al conflicto colombiano, encarnada en el acuerdo de negociación entre el gobierno y la guerrilla de las FARC, alienta cada vez más el deseo de la sociedad de participar en la construcción de la paz. En Antioquia, esa aspiración se condensó en la propuesta de realizar un diálogo que convoca a los gremios, a las organizaciones sociales, a la clase política y a la ciudadanía en general.

El Diálogo Social y Político por la Paz – Antioquia Habla, tendrá lugar el 31 de octubre en el recinto de la Asamblea de Antioquia entre las 9:00 de la mañana y las 12:30 del día. El encuentro es organizado por la Comisión de Paz y Derechos Humanos de la Asamblea Departamental con el apoyo de varias organizaciones sociales, entre ellas la Corporación Nuevo Arco Iris y el Instituto Popular de Capacitación.

“El objetivo es apoyar el proceso de paz, pero sin ponerle ningún punto adicional a la agenda, porque se reconoce que ya hubo un paso muy importante que dieron -el gobierno y las FARC- y requerimos que firmen ese acuerdo, para que en la etapa de pos conflicto haya una verdadera reparación integral a las víctimas y se incluya significativamente a la sociedad civil”; expresó el diputado Edison Muñoz Ciro, integrante de la Comisión de Paz y Derechos Humanos de la Asamblea de Antioquia.

El edil del partido Verde, agregó que en este espacio se van a “mirar las distintas posiciones que planteen los sectores invitados, sobre la necesidad de la paz, el costo económico, las implicaciones, la necesidad de que las víctimas sean incluidas y la necesidad de que la sociedad civil sea promovida; pero todo en el marco del pos conflicto.”

Y es que la paz sólo se empezará a construir cuando exista un acuerdo de cese al fuego, con base en los puntos de la agenda de negociación. Así lo planteó el director de la Corporación Nuevo Arcoiris, Alfredo Aguirre López.

“…Ahí ellos no van a firmar la paz, sino un acuerdo de cese al fuego sobre unas premisas importantes que están contenidas en el acuerdo. Pero la paz es la que empezamos a construir después de que ese acuerdo se firme y esa paz es la que tenemos que construir los integrantes de las organizaciones sociales y la sociedad civil conjuntamente con el gobierno”, manifestó el director de Nuevo Arcoiris.

Para avanzar en ese propósito, las organizaciones sociales insisten en la reactivación del concejo departamental y los concejos municipales de paz, con el ánimo de preparar a las comunidades y a las autoridades civiles para una época de pos conflicto. 

“De tal manera que podamos reforzar la constitución del 91 en lo que tiene que ver con participación ciudadana, en la discusión de los problemas sociales, económicos y políticos del país, así como en los problemas de la democracia; y que ahí construyamos esa agenda que se significa la reconciliación del país, después de que se firme ese acuerdo de la habana”, explicó el dirigente social.

Alfredo Aguirre agregó que “el llamado es sobre todo a las autoridades departamentales y municipales en Antioquia, para que hagamos causa común en el respaldo de esta negociación y no nos dejemos achicar por los que siguen pensando que la guerra es el mejor camino para resolver los conflictos.”

En ese sentido, José Girón Sierra, socio del IPC experto en temas de paz y conflicto, argumentó que aunque la negociación y el cese al fuego son momentos difíciles, la parte más compleja del proceso ocurre después del acuerdo.

La situación más complicada se sitúa propiamente en el periodo de tiempo que viene después de esas negociaciones, porque no solo implica la instalación en la sociedad de ese grupo de personas que estuvieron levantadas en armas (…) también es que la sociedad misma y los gobiernos se atrevan a remover las causas subjetivas y objetivas que originaron ese conflicto, para darle sostenibilidad al proceso”, explicó José Girón.

Según el socio del IPC también se debe tener en cuenta que el conflicto tiene efectos y expresiones diferentes en cada región, por eso es pertinente “que las regiones desarrollen una discusión amplia, que comprometa no sólo a los gobiernos locales sino a la sociedad misma; (…) para visualizar las implicaciones que eso tendría en la misma región, en términos de conseguir una paz estable y duradera.”

Por su parte la diputada de la Asamblea de Antioquia, Orfa Nelly Henao Giraldo, manifestó que la paz duradera no será posible si hoy no existen políticas claras sobre el futuro de los reinsertados y sobre la forma de prevenir la violencia desde la inversión social.

De ahí, la importancia de que “la sociedad civil, los gremios, las ONG´s y todas las organizaciones públicas y privadas participen en este gran proceso, porque la paz es un sueño para todos, pero se construye con participación”, afirmó la diputada conservadora.

Para Orfa Nelly Henao también es importante que el espacio de diálogo social y político que se inicia en Antioquia pueda extenderse a otros departamentos del país, porque “si acá tenemos un proceso y un trabajo de mesas de diálogo regionales, que no se tiene en todos los departamentos, no se va a lograr el objetivo, no se va a poder hablar de paz.”

En palabras de Orfa Nelly, el deseo de este proceso es “dejarles un mejor país a nuestros hijos y nietos.” Para lograrlo no basta con terminar la guerra, también se hace necesario congregar a todos los sectores de la sociedad para que aporten sus propuestas y ratifiquen su compromiso con la construcción de un país. 

PROCURAR MORIR ÚLTIMO


Por: Diana Marcela Barajas, directora del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

Hace un par de semanas la Comuna 13 y una minúscula, pero importante fracción de la ciudadanía, se unieron para  recordar los horrores de la guerra y los días de Orión  que aún no terminan. Querían exigir verdad, el cese de la violencia, el fin de las desapariciones, el fin de la muerte…

Sin embargo, la estirpe de Ares siguió extendiendo su mano destructiva. Más muerte, más ataques, más violencia, menos libertad y menos tranquilidad se respiran por las calles de la Comuna 13. Ese es el aire que inhalan no solo los guerreros, sino también  jóvenes y mujeres obstinados con la vida y con la justicia, jóvenes y mujeres condenados a vivir bajo amenaza todo el tiempo en el mejor de los casos, porque al fin de cuentas siguen vivos.

En estas dos últimas semanas, han sido principalmente los jóvenes los blancos de la barbarie de Ares. Con un linaje que se enmascara entre la legalidad y la ilegalidad, el dios de guerra se arroja contra esos jóvenes  que se pasean por la calles de la Comuna 13 empuñando la mano de su novia, un cuaderno, una bicicleta o su arte. Ese dios de la guerra no distingue los guerreros, va por los que le apuestan a la paz.

Esta madrugada, DUKE, uno de esos obstinados que desde el arte hip hop le apostó a la paz, fue asesinado. ¡Otro más! Exclamarán algunos de los que no saben nada sobre Orión o sobre Ares y su descendencia siniestra. Entretanto, sus cómplices culturales y sociales, su familia y sus amigos experimentan una pérdida irreparable, como también esta ciudad, así no lo sepa.

Otros, seguirán exclamando ¡Basta ya! A ese grito, se debería unir el conjunto de la sociedad. Pues en una ciudad y un país como estos, la ficción de la inclusión ha hecho perder solidaridades y fraternidades a las cuales es necesario volver, porque no existen diferencias entre lo que ocurre en la Comuna 13 y lo que puede ocurrir mañana en cualquier otra comuna de Medellín. Ares está ahí, bajo la tierra y el asfalto o detrás de un escritorio o de un uniforme, levanta fuego en cualquier momento.

A esas personas de la Comuna 13 de Medellín obstinadas con la vida, a pesar de los golpes, hay que procurar morir último. Como dice el cuento de Germán Santamaría, “No es miedo a la muerte, solo es querer que estén más a la hora del triunfo”. Porque algún día tendrá que triunfar la verdad y la justicia y ahí estarán todos ustedes invictos.

lunes, 29 de octubre de 2012

El Plan de Desarrollo de Medellín 2012-2015 No supera las expectativas


Publicado en el Facebook de la Veeduría de Medellín, el lunes, 29 de octubre de 2012 a la(s) 15:56 http://www.facebook.com/VeeduriaMedellin

  • La Veeduría Ciudadana al Plan de Desarrollo de Medellín (VCPDM) lo considera así, después de hacer un análisis exhaustivo.
  • No hay coherencia entre el discurso y su construcción técnica.
  • Este es el primer pronunciamiento público de la Veeduría sobre el actual Plan de Desarrollo.
Fue anunciado como el mejor Plan de Desarrollo y desde ya se ven las fallas en su coherencia, en su desarrollo, en la participación y en la asignación de su presupuesto.
Esta conclusión se da después de muchas reuniones, investigaciones y seguimiento a través de los datos oficiales que entrega la administración municipal y diferentes encuentros con colectivos y personas de orden social y político.

El próximo pronunciamiento de la VCPDM estará enfocado a hacer énfasis en las continuidades y discontinuidades que ha presentado este Plan y su ejecución respecto a las dos administraciones anteriores; que al menos mostraban cierta armonía entre lo que proponían y lo que se contemplaba en el plan de desarrollo.


Propuestas ciudadanas desatendidas

Muchos sectores y diversas expresiones organizadas de la ciudadanía, participaron en crear propuestas para una ciudad distinta, al final no quedaron incluidas en el plan; todo eso generó una gran frustración porque se interrumpe un proceso de muchos años, donde la ciudadanía ha participado con argumentos sólidos para ir de la mano con la administración municipal y así hacer una mejor gestión de la ciudad.
Ahora es visible un gran malestar ciudadano porque no se sabe que es lo que está pasando.

En la ciudad algo está pasando

Se está evidenciando un modelo de desarrollo diferente a los que se han venido trabajando en pro de una mejor ciudad.
Temas como la restructuración administrativa generan gran inquietud, también la inestabilidad de los directores de planeación municipal, ya que van tres nombramientos en menos de un año.

Queremos saber porque el Concejo de Medellín aprobó un plan como el que se está ejecutando.
  • ¿Sabían lo que estaban haciendo?  ¿Tenían algún interés?
  • ¿Qué va a pasar con la Planeación Local y el Presupuesto Participativo?
  • ¿Qué tanto este plan garantiza la superación de la inequidad?
  • ¿La participación ciudadana está de adorno?
  • ¿Alcanza el dinero que está asignado, para ejecutar lo que está propuesto en el plan?
  • ¿Cual es el modelo de ciudad que se está reconfigurando?

Estas y otras inquietudes se expondrán en el próximo pronunciamiento público que se realizará el 2 de noviembre a partir de las 9:00 a.m en el auditorio de la Casa de la Lectura Infantil de Comfenalco, calle 51# 45-57 Avenida la Playa



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La guerra y sus alianzas en el Bajo Cauca


* Por razones de seguridad se omiten los nombres de algunas de las fuentes.

Vía pública de Nechí,
una de las poblaciones menos
afectadas por la guerra entre bandas
Un inusitado incremento en las cifras de homicidios registró el Bajo Cauca Antioqueño entre 2008 y 2011, a causa de la guerra entre bandas criminales conformadas luego de la desmovilización paramilitar. La situación se hizo evidente cuando los asesinatos en la región pasaron de 126 en 2008 a 417 en 2009, según estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal.

Como en otras zonas del país, el punto de partida de esta violencia desmesurada fue la extradición de jefes paramilitares hacia Estados Unidos, en el 2008. Ese año fueron extraditados Ramiro Vanoy Murillo alias Cuco Vanoy, comandante del bloque Mineros que delinquía en el Bajo Cauca; y Carlos Mario Jiménez alias Macaco, comandante del Bloque Central Bolívar en el departamento de Córdoba.

Ambos comandantes compartieron algunos territorios en el Bajo Cauca y fueron sus hombres de confianza, o mandos medios de la organización, quienes conformaron las bandas criminales de la zona para controlar los territorios y las rentas ilegales de los antiguos paramilitares.

Así lo afirmó un dirigente social de Caucasia, quien explicó que cuando extraditaron a los jefes de las AUC “nadie quería dejar el poder, porque esto es un corredor de drogas y armas y porque ellos tenían muchas propiedades en la región, donde hubo desplazamientos forzados y se apoderaron de las tierras. Entonces estos señores tomaron la decisión de reciclar el paramilitarismo.”

De acuerdo con este dirigente, la estrategia fue “tomar la gente de confianza, las personas más sanguinarias, y crear esos grupos que el gobierno llamó bandas criminales.” Para consolidar su poder, las nuevas agrupaciones se habrían apropiado de las caletas con dinero y armas que al parecer estaban enterradas en las propiedades de los ex jefes paramilitares.

Uno de los primeros líderes criminales que se visibilizó fue Ángel de Jesús Pacheco Chanci, alias Sebastián, quien perteneció al Bloque Central Bolívar. Este hombre se unió con otros desmovilizados, en lo que sería la banda Los Paisas, para enfrentar a Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario; quien estaba reconfigurando el paramilitarismo en Urabá y pretendía tomarse el control del Bajo Cauca.

De esta forma lo relató un líder civil de Caucasia: “En el 2008 empezó la guerra de las bandas criminales acá. En esa época se hablaba de Sebastián y Don Mario. Cuando empezaron esa guerra, Sebastián era el que operaba aquí en el Bajo Cauca y Don Mario era el que quería entrar.”

Daniel Rendón, quien se desmovilizó en el 2006 con el Bloque Héroes del Llano de las AUC y posteriormente se adentró en la región de Urabá para consolidar ejércitos y controlar la costa Caribe, quiso copar los espacios que dejaron los ex jefes paramilitares Salvatore Mancuso, Diego Fernando Murillo y Ramiro Vanoy.  

La misión era reagrupar las autodefensas como lo había ordenado el ex comandante paramilitar Vicente Castaño Gil, quien también abandonó el proceso de reinserción y regresó a la clandestinidad en el 2006.[i]

Pero Rendón Herrera fue capturado en el 2009 y su organización, que hasta el momento había tomado diferentes nombres como Los Héroes de Castaño, Las Águilas Negras, la banda de Don Mario, Las Autodefensas Gaitanistas, La Banda de Urabá o Los Urabeños, pasó a ser comandada por Juan de Dios Úsuga, alias Giovanny. La estructura criminal se consolidó entonces bajo el nombre de Los Urabeños y con su nuevo liderazgo continúo la ofensiva en el Bajo Cauca.

Por su parte, la banda Los Paisas sufrió una división por diferencias entre Ángel de Jesús Pacheco Chanci y César Augusto Torres Luján alias Monovides. Al parecer la disputa se originó porque Monovides traicionó al ex jefe paramilitar Cuco Vanoy, razón por la cual Sebastián se habría separado de la organización llevándose consigo a unos 100 hombres.

Tras abandonar Los Paisas, alias Sebastián buscó un pacto con uno de sus enemigos. De esta manera se unió a la banda Los Rastrojos, a la cual se venía enfrentando en medio de la disputa por el control del Bajo Cauca. Además Pacheco Chanci mantuvo una alianza con Erickson Vargas Cardona[ii], quien lideraba una facción de La Oficina en el Valle de Aburrá.

Con el liderazgo de Sebastián, el grupo Los Rastrojos, originario del departamento del Valle, se convertiría en el máximo rival de Los Urabeños en la lucha por copar los territorios de los ex jefes paramilitares en el Bajo Cauca.

De otro lado, la banda Los Paisas terminó aliada con sus antiguos rivales Los Urabeños, luego de que alias Monovides y Rafael Álvarez Pineda, alias Chepe, se posicionaron como máximos jefes de la organización. A pesar de la alianza este grupo mantuvo su nombre.

Estos hombres fueron combatientes de confianza Cuco Vanoy y, al parecer, traicionaron al ex jefe paramilitar luego de su extradición, según afirmó el líder civil de Caucasia: “Como Chepe sabía dónde estaban las caletas y sabía qué era de “Cuco Vanoy”, empezó a matar a sus familiares. Mató a su hermano y a su hijo Vladimir. Entonces Chepe cogió el poder.”

José Nelson Vanoy, hermano de Cuco, fue asesinado en julio de 2008 en la finca Naranjillos del municipio de Tarazá; mientras que Vladimir Vanoy, hijo del ex jefe paramilitar, fue baleado en octubre de ese mismo año en la vía Tenjo – Bogotá, en el departamento de Cundinamarca.

Y mientras Chepe presuntamente se apoderaba del territorio, el dinero y las armas de Vanoy, su compañero Monovides adelantaba una alianza con el jefe de La Oficina, “Maximilano Bonilla alias Valenciano para consolidar la comercialización de drogas desde el Bajo Cauca hasta la Costa Norte, incluyendo Bolívar, Atlántico y Magdalena.”[iii]

Este escenario, en el que Rastrojos, Urabeños y Paisas se disputaban los mismos territorios, desató una oleada de asesinatos, desapariciones y ataques con granadas que caracterizaron la guerra entre bandas criminales en el Bajo Cauca.


Los temores de la población en medio de esta guerra

El 2009 fue uno de los años más críticos por el conflicto entre bandas criminales en el Bajo Cauca. Sólo en Caucasia, según datos del Instituto Colombiano de Medicina Legal, se registraron 217 asesinatos ese año, cifra que resultaba alarmante, si se comparaba con la de 2007 cuando se reportaron 35 homicidios.

Pero el incremento de las muertes violentas ya era evidente en Caucasia desde el 2008, cuando ocurrieron 103 asesinatos. Sin embargo, en otras poblaciones el aumento de homicidios sólo se hizo notable en la medida en que se agudizó el conflicto entre los años 2009 y 2010.

HOMICIDIOS EN EL BAJO CAUCA
2008 –2011
 
Municipio
Homicidios

2008
2009
2010
2011
Total
Cáceres
3
57
50
43
153
Caucasia
103
217
185
144
649
El Bagre
5
15
34
37
91
Nechí
3
27
15
11
56
Tarazá
10
72
25
41
148
Zaragoza
2
29
61
105
197
Total Bajo Cauca
126
417
370
381
1294
Fuente: Instituto Nacional de Medicina Legal


El dirigente social de Caucasia manifestó que en medio de esta guerra entre bandas criminales “cayó mucha gente inocente, cayeron niños y niñas cuando tiraban granadas, y mataron gente de la iglesia cristiana. Las fincas las quemaban, mataban a los capataces y se robaban el ganado. Mataban a la gente en la vía, para que no transitaran las motos, hacia Cuturú, hacia la zona de El Bagre y hacia Nechí.”

Sin duda la situación de Caucasia fue una de las más complicadas porque, según funcionario público, en esa población “había presencia de todos los grupos. Había Urabeños, Paisas, Aguilas y Rastrojos, por eso el número de homicidios era tan alto, porque entre ellos mismos se estaban matando. Entonces entre muchos de los muertes cayó gente inocente pero también cayeron muchos que hacían parte de algunos grupos.”

Este funcionario también explicó que entre las víctimas hubo desmovilizados que se negaron a ser reclutados. “A muchos de los combatientes que se desmovilizaron los han matado. A veces porque han ido a reclutarlos para los grupos pero no se han dejado y hay otros que si se han integrado a estos grupos ilegales.”

A las muertes selectivas se sumaron los ataques con granadas, que según el líder civil de Caucasia afectaron principalmente a esa población y se intensificaron en el año 2010, cuando habrían sido lanzadas más de 40 granadas en diferentes barrios del municipio. “Un día tiraron 3 granadas en una noche. Yo sentí las que tiraron en el centro y en el barrio Águila. (…) Uno veía la gente, unos con el desespero de esconderse como otros de ir a chismosear”.

Y mientras en Caucasia el mayor temor de la población eran los ataques con granadas, que podían ocurrir en cualquier momento y lugar, en Cáceres y Tarazá las personas tenían miedo de ser desaparecidas. En estos dos municipios delinquían bandas rivales que al parecer realizaban retenes y retenciones ilegales para evitar que sus enemigos entraran en el territorio.

Un habitante de Tarazá indicó que en ese municipio delinquían Los Paisas y Los Urabeños, mientras en Cáceres estaban Los Rastrojos. “Entonces comienza todo esto que la gente de Tarazá no podía ir a Cáceres ni la de Cáceres venir acá. (…) Hubo muchas personas asesinadas, muchos mototaxis que se iban a hacer una carrera a Cáceres y los desaparecían. También los de Cáceres venían acá y los desaparecían.”

Este ciudadano agregó que “en Cáceres hubo una época, a finales de 2009, en que las bandas criminales hacían un reten en el puente de Cáceres, ahí a 2 cuadras de la policía. (…) Entonces ellos después de las 6 de la tarde hacían un control en este puente para la gente que entraba y salía.”

Según el funcionario de Caucasia, en esa época “Cáceres estaba invivible. Uno para entrar allá tenía que pedir casi que permiso. Yo llegaba a Cáceres y temblaba, tenía miedo. Yo siempre salía acompañado, nunca sólo, y a una vereda no me atrevía ni a ir.”

Sin embargo el funcionario agregó que la situación no era exclusiva de este municipio y explicó que las otras localidades tenían sus condiciones particulares. “En Zaragoza, de todas maneras hay presencia de las FARC y esto ha contribuido a que exista una lucha por territorio, entre la guerrilla y las BACRIM, allá están Los Urabeños.”

Sobre Nechí y El Bagre, este servidor público afirmó que el conflicto fue menos fuerte, sin embargo, aclaró que en esta última población aún “hay sitios neurálgicos como Puerto López o Puerto Claver, donde para poder entrar hay que pedir permiso.”

Pero la marcada división territorial comenzaría a transformarse en varios territorios durante el transcurso de la guerra y, en ese proceso, serían clave una serie de sucesos que cambiaron algunas alianzas entre bandas criminales. La mayoría de esos hechos ocurrieron entre 2010 y 2011.

Entre esos incidentes están el asesinato de Sebastián, a manos de sus propios hombres, y la deserción de Picapiedra, de Los Paisas, para unirse a Los Rastrojos. Además, se visibilizaron escándalos sobre presuntas alianzas de algunos miembros de la fuerza pública con las bandas criminales.

En desarrollo…
Más alianzas  y traiciones, en la guerra entre bandas del Bajo Cauca

Artículos relacionados:




[i] Artículo en página Web: Caracol Radio, 2012, 7 de marzo, “Vicente Castaño ordenó reagrupación de las autodefensas en plena desmovilización: Don Mario”, disponible en sitio Web: http://www.caracol.com.co/noticias/judicial/vicente-castano-ordeno-reagrupacion-de-las-autodefensas-en-plena-desmovilizacion-don-mario/20120307/nota/1650798.aspx acceso 26 de octubre de 2012
[ii] Erickson Vargas también era conocido con el alias de “Sebastián” y libraba una guerra a muerte con Maximiliano Bonilla, alias “Valenciano”, por el control de la estructura La Oficina. La disputa por esta organización comenzó luego de la extradición del ex jefe paramilitar, Diego Fernando Murillo, alias “Berna”.
[iii] Artículo en página Web: Verdad Abierta, 2010, 11 de octubre, sección noticias generales, “Muere alias ‘Monovides’ uno de los jefes de ‘Los Paisas’” , disponible en sitio Web: http://www.verdadabierta.com/nunca-mas/2784-muere-alias-mono-vides-uno-de-los-jefes-de-los-paisas acceso 25 de octubre de 2012

viernes, 26 de octubre de 2012

Acuerdo de diálogo revive esperanza de paz

Como positiva calificaron algunos analistas la iniciativa del gobierno colombiano y de la guerrilla de las FARC de adelantar acercamientos de paz. Los expertos, consultados por la agencia de prensa del IPC, manifestaron que la discreción, el cese al fuego, la participación política y el acompañamiento de la sociedad, son elementos claves para avanzar en un acuerdo que permita ponerle fin a 50 años de conflicto.

Mientras para algunos hay que tener esperanza pero sin ser triunfalistas; para otros, las situaciones que propiciaron este acuerdo de diálogo tendrían la connotación particular de que ambas partes quieren terminar la guerra. El desafío es que no se repitan los fracasos del pasado.

Sin embargo también existe temor por los enemigos que podría tener el proceso de paz, ya que históricamente algunos sectores se han opuesto a la negociación con las guerrillas, por lo cual se hará necesario brindar condiciones óptimas de seguridad.

Del proceso, los analistas destacaron la manera reservada como se han manejado los acercamientos iniciales y apoyaron la estrategia de efectuar conversaciones en el exterior; como se conoció el lunes 27 de agosto, cuando el canal Telesur reveló que representantes del gobierno colombiano y de las FARC habían firmado un acuerdo de diálogo en La Habana, Cuba.

La versión del medio venezolano, indica que este proceso de paz contaría con el acompañamiento de Venezuela, Cuba y finalmente Noruega, país donde se instalarían formalmente los diálogos en el mes de octubre.

Por su parte el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, reconoció que se han desarrollado “conversaciones exploratorias” con las FARC, con el propósito de adelantar un eventual proceso de paz. El mandatario agregó que esos acercamientos se rigen bajo tres principios: aprender de los errores del pasado, desarrollar un proceso que debe llevar al fin del conflicto y mantener las operaciones militares en todo el país.

Para abordar estos acercamientos de diálogo desde diferentes posiciones, la agencia de prensa del Instituto Popular de Capacitación consultó al analista en temas de paz, Morris Hackerman; al gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo Valderrama; al director de la Corporación Nuevo Arcoiris, León Valencia; y al experto en temas de paz y conflicto, del Instituto Popular de Capacitación, José Girón.


Me parece buena cosa que el país busque soluciones diferentes a la acción militar únicamente y me parece que se debe producir un cese al fuego, lo más rápido posible, para aclimatar las condiciones de seguridad que el proceso requiere, porque de resto es muy riesgoso adelantar una negociación. Y pienso que se puede transitar hacia la reinserción social de forma rápida, si realmente el proceso de paz abarca a otros actores más adelante y no sólo a las FARC.

¿Qué piensa acerca de la reserva con la cual se han manejado estos diálogos?

Me parece absolutamente necesario. Me parece que generar las condiciones de confianza exige prudencia y confidencialidad; y el hecho de que se desarrollen en un país fuera de Colombia, como puede ser Noruega, es absolutamente útil porque Noruega es un país de alta experiencia en procesos de paz.

¿Qué condiciones se necesitan para lograr el éxito de esos diálogos? Es decir, que se llegue a un acuerdo de paz y no haya decepciones como en ocasiones anteriores

Primero atenderlos con realismo, la guerrilla no puede pedir que se haga la revolución por decreto desde el Estado, la guerrilla tiene que reconocer que no salió victoriosa de esta confrontación y tiene que reconocer que la sociedad opta, en su mayoría, por las condiciones estatales que hay actualmente.

Y segundo que el establecimiento sea realista y no piense que un proceso de paz es gratis sino que tiene que sacrificar niveles de concentración de la riqueza y tiene que haber una mayor redistribución del ingreso para acabar con las condiciones que han producido este conflicto.

Además de estos asuntos de equidad y redistribución de riqueza ¿Qué otros temas serán claves en estas negociaciones?

El tema de la tierra, el tema de la verdad y la reparación, el tema jurídico propio del tránsito hacia la paz, el tema también de que la sociedad tiene que saber perdonar y avanzar, en el tiempo, en un proceso de participación social y política y de amplitud de la democracia en Colombia.


En primera instancia a mi me parece muy bien, yo siento y creo que es una obligación de todo presidente buscar la paz; ese capítulo que queremos escribir todos los que estamos en Colombia y en particular los que estamos en la vida pública. Yo hago parte de una generación que toda la vida creció en el marco de una violencia en el país.

Ahora, ¿Qué camino recorrer? y ¿Cómo hacerlo? Ese es otro tema, más allá de la intención de tener la paz en Colombia por medio de una negociación. Ahí son muchas las lecciones que tenemos que aprender y por el momento como se ha dicho: el presidente es el que tiene las llaves en el bolsillo.

Yo particularmente estoy atento a ver cómo saca esas llaves para ver de qué forma nosotros, desde Antioquia, contribuimos a la paz de Colombia. Antioquia la necesita, nosotros hemos sufrido la violencia en todas sus formas y manifestaciones posibles, por eso estoy seguro de que nos traería mucho bienestar en el departamento antioqueño.

En ocasiones anteriores usted ha planteado  que las regiones deberían jugar un papel fundamental en los procesos de paz ¿Por qué es tan importante incluirlas?

Lo que yo he dicho es que si las regiones no participan en el tema de la paz, si no hay un conocimiento directo del territorio, de lo que ha ocurrido y de lo que nosotros hemos vivido, se comete un error muy grande. Las guerrillas no están en Bogotá, para utilizar una expresión sencilla, están fundamentalmente en el campo de Colombia y es crucial entender el territorio para que tengamos, espero yo, un proceso que conduzca a lo que tiene que ser, que es la paz.

¿Qué otras condiciones se necesitan para lograr un acuerdo de paz?

Yo creo que hay una muy importante y es: las FARC tienen que tener la decisión de dejar las armas. No se puede llegar a conversar para ver si sí o si no. Si tienen la decisión de dejar las armas, que es la más difícil y la más poderosa de todas, pues se encuentra el camino. 

Pero lo que ha pasado las otras veces es: vamos a ver, hablemos a ver cómo nos va. Eso no puede ser, tiene que haber una decisión de dejar las armas, si no hay esa decisión se convierte esto en un forcejeo político, se dilata, se convierte en un mecanismo para sacar ventajas. Ese capítulo ya lo vimos en Colombia y no podemos volver a repetirlo.


El tema de los acuerdos de diálogo cambia la agenda del país y genera una esperanza importante para Colombia. Yo creo que el gobierno del presidente Santos va a estar marcado por eso durante estos dos años.

Pienso además que el Gobierno y las FARC tienen como una idea muy parecida frente a que este acuerdo, o este acercamiento, es para terminar la guerra; porque se le oyó a Fabián Ramírez eso y ahora se le oye a Santos. Entonces sería una negociación para terminar la guerra y no para hacer acuerdos parciales.

Eso si es novedad en Colombia porque aquí se han sentado a la mesa sin interés, en un final abierto. En cambio ahora es una novedad que coincidan en que cuando se sienten a la mesa es para terminar la guerra, lo que llaman un final cerrado.

Usted dice que en estos dos años que le restan, el presidente Santos seguirá en pro de buscar una salida dialogada al conflicto ¿El primer mandatario ya venía preparando el terreno con temas como el marco jurídico para paz, por ejemplo?

Eso ha sido muy calculado. Esta negociación a diferencia de la de San Vicente del Cagúan y de la de Santa Fe de Ralito –la primera con las FARC, durante la presidencia de Andrés Pastrana, y la segunda con los paramilitares, durante el gobierno de Álvaro Uribe- es una negociación muy preparada, muy calculada. Se ha preparado desde el primer momento, buscando acercamientos, armando un equipo de asesoría que oriente al presidente en ese tema. Eso ha sido en secreto pero muy preparado.

¿Es bueno que se hayan manejado estos acercamientos de paz con tanta reserva?

Es que es muy necesario porque los procesos exitosos en el mundo han tenido un tiempo de diplomacia secreta y acá en Colombia hay muchos enemigos de ese tema. Entonces hacer las cosas en secreto hacía que se protegiera un poco lo que se estaba hablando.

Ahora qué se hizo público ese acuerdo de diálogo entre el gobierno y las FARC, ¿es posible que esos enemigos del proceso traten de interferir?

El Cagúan tuvo un enemigo militar que fueron los paramilitares. Ahora los paramilitares desaparecieron como estructuras nacionales, esperemos que no surja un enemigo militar muy fuerte. Se está intentando que sean las propias fuerzas militares las que se levanten contra ese proceso de negociación. Eso es lo que está intentando el ex presidente Uribe. Si lo logra pues acaba con ese proceso.

¿Cuáles son las condiciones necesarias para hacer que este proceso de paz funcione?

Hay que derrotar políticamente a Uribe, esa es la primera condición. Las FARC deben dejar las armas, eso es lo que pide la sociedad. Y el Gobierno tiene que incluirlos políticamente; lo primero es que tiene que proteger la marcha patriótica y darles espacio para que hagan política, para que participen en las elecciones de 2014. En cuanto a las víctimas hay que avanzar en el proceso de reparación y restitución, además ir más lejos en procesos de reforma.



Indudablemente una de las cosas más importantes de la intervención del presidente, el 27 de agosto, fue que realmente volvió a colocar la paz como tema público. Tema que definitivamente había sido eliminado, casi que estigmatizado, durante los ocho años de gobierno del ex presidente Uribe.
Entonces volver a colocar la paz como tema público es un hecho indudablemente muy positivo, porque vuelve a situar el tema en la sociedad y vuelve a poner algún debate sobre una negociación política, sobre cuáles son los actores que realmente van a hacer eso y sobre qué tipo de transformaciones podrían ocurrir en la sociedad eventualmente.

Sin embargo pienso que es necesario ponderar un poco los alcances de una propuesta de esta naturaleza. En primer lugar hay que guardar las reservas necesarias y guardarse de un entusiasmo, yo diría, prematuro. Esto por varias razones: primero, por la experiencia que ha tenido el país en procesos de negociación fallidos y, segundo, porque me parece un poquito exagerado calificar una posible negociación con las guerrillas como si fuera la ruta hacia la paz.

Esto último sobre todo por los cambios que ha tenido el conflicto. Es que ciertamente una negociación con las guerrillas se traduciría en resolver el problema con uno de los actores de violencia más importantes que tiene el país, pero eso no es la paz. Porque hay un conjunto de factores que si no se tocan harán que el país viva unas condiciones de violencia relativamente importantes. Quiero señalar en específico todos los factores de violencia que circundan el narcotráfico. Y hablo en particular de las BACRIM o del paramilitarismo que sigue muy activo y sigue creciendo.

¿En este proceso que condiciones deben existir para que eventualmente haya paz?

Yo creo que en primer lugar es necesario que este proceso viva una etapa de absoluta reserva, donde se lleven a cabo los contactos y los acuerdos básicos sobre el proceso de negociación. Pero me parece que esta negociación sino se hace de cara a la sociedad y no incluye a importantes sectores sociales, para que participen de manera activa, podría conducir a tener un proceso en el que estaría faltando un componente sustancial.

La sociedad debe participar en la construcción de esa negociación, por lo menos en los acuerdos que van a implicar los aspectos básicos. Ese tercer actor, como se ha llamado en algunas circunstancias, no debe olvidarse y creo que es una preocupación porque yo lo que veo en el Gobierno y, de alguna manera, en la misma guerrilla, es que esto sea un acuerdo entre guerreros y no un acuerdo entre la sociedad, el Estado y los actores armados.

¿Cuáles cree que son esos aspectos fundamentales que serían negociados y que influirían en la transformación social?

Uno de los aspectos es que es necesaria una profunda reforma política, en primer lugar, que desarrolle todos los componentes participativos de la Constitución de 1991, me parece que hay un componente sustancial que es el tema de la tierra. Un acuerdo de paz con la guerrilla debe potenciar, profundizar, darle mucha más sustancia a la Ley de Tierras y la Ley de Víctimas y eso es un gran aporte que se haría en el campo de la construcción de la paz y la reconciliación.

Además yo creo que hay un conjunto de políticas públicas que tienen que ver directamente con la inclusión, bien se sabe que Colombia es uno de los países más inequitativos del mundo, y yo creo que deben crearse las condiciones. No es que la negociación por sí misma produzca la inclusión, pero si deben crearse las condiciones para que la riqueza llegue a más personas y se resuelvan muchos problemas de inequidad en el país.

¿Cómo garantizar que no ocurran casos como el de la Unión Patriótica?

Precisamente ahí está el problema, yo creo que una negociación con las guerrillas se mantiene en la lógica de las negociaciones parciales. En ese sentido, es un problema para consolidar un proceso de paz. Mientras existan actores ilegales, particularmente el paramilitarismo que ahora está creciendo desaforadamente con el tema minero, va a haber posibilidades de que cualquier tentativa de democratizar la sociedad, de resolver problemas como la tierra y la inequidad, encuentre en la vía de la eliminación una manera de frenar esos procesos sociales.

Entonces eso es una amenaza que hay en el país y yo creo que el debate que han introducido distintos ex presidentes, teóricos y analistas, de que es necesario replantear el tema de las drogas, es otro elemento de fondo que tiene la consecución de la paz en Colombia.