Siete víctimas han dejado las minas antipersonal en
Antioquia en el primer mes del año 2013. Los casos ocurrieron en Apartadó,
Cáceres, Yarumal y Briceño, donde los afectados fueron tres menores de edad. Preocupa
que este flagelo tienda a afectar a más poblaciones porque el uso de estos
artefactos, para proteger cultivos ilícitos, ha expandido el problema a varias
regiones.
De las 10.160 personas que entre 1990 y 2012 han sido
víctimas de minas antipersonal en Colombia, Antioquia tiene el 22,2% de los
casos, 2.263 afectados, según cifras del Sistema de Gestión de
Información sobre Actividades relativas a Minas Antipersonal (IMSMA, por sus
siglas en inglés) del Programa
Presidencial para la Acción Integral contra Minas Antipersonal (Paicma).
SITUACIÓN GENERAL DE LAS VÍCTIMAS DE MAP 1990- 2012
Fuente:
IMSMA, procesado por el Observatorio Departamental de Víctimas del Conflicto
Armado y Derechos Humanos
Tanto en el país como en el departamento este fenómeno se ha asociado principalmente a la lucha entre guerrillas y fuerzas militares. En Antioquia la problemática más difícil la ha sufrido la región del Oriente que entre 1990 y 2012 reportó 360 víctimas civiles y 432 de la fuerza pública.
Pero en los últimos años el fenómeno se ha incrementando
en las regiones del Norte, Nordeste y Bajo Cauca donde, además de la guerrilla,
las bandas criminales también están utilizando las minas antipersonal para
impedir la destrucción de los cultivos ilícitos.
“la información que tenemos es que en algunos sitios hay
una convivencia entre las FARC y el ELN con las bandas criminales alrededor del
tema de los cultivos ilícitos y el manejo de los insumos para el narcotráfico,
por ende el minar estos cultivos está beneficiando también a los que hacen
parte de toda la cadena”, reveló el secretario de Gobierno de Antioquia,
Santiago Londoño.
El funcionario reseñó que incluso se han presentado
accidentes por minas antipersonales en poblaciones de las cuales no se tenía
registro anteriormente, como es el caso del municipio de Turbo, en el Urabá
Antioqueño. “Allá hay una zona de cultivo cerca de Córdoba, pero es tráfico,
para proteger rutas y espacios.”
Sin embargo, la guerrilla sigue liderando la utilización
de estos artefactos principalmente en la región del Norte donde en la
actualidad se concentran las acciones de los frentes 18 y 36 que se han
especializado en la utilización de explosivos.
De ahí que la Gobernación de Antioquia esté preparando
una propuesta para presentarle a la mesa de negociación, entre el Gobierno
Nacional y las FARC en La Habana, Cuba, con el propósito de que la problemática
de minas anitpersonal sea un tema prioritario.
El tema
de minas a la mesa de diálogo
Consideradas por muchos como una estrategia de guerra
sucia, las minas antipersonal violan el principio de distinción del Derecho
Internacional Humanitario al no diferenciar entre civiles y combatientes. Una
muestra de ello es que en Antioquia el 45% de las víctimas (1.029) son civiles
y el 11% (245) son menores de edad.
Por eso que la Gobernación de Antioquia pretende llamar
la atención en la mesa de negociación para que en el segundo punto de la agenda
de paz se empiece por el tema de la identificación y erradicación de los campos
minados en Colombia.
“Si no se toca este tema y si el tema además persiste, lo
que tenemos en el resto del país y lo que vamos a tener, así se llegue a
acuerdos en la mesa, es unos campos minados esperando que lleguen los civiles a
detonarlos y vamos a tener un conflicto a 35 ó 40 años no importando las
decisiones que se tomen allá”, declaró el secretario Santiago Londoño.
De acuerdo con las estadísticas en Antioquia los 10
municipios más afectados por las minas antipersonal son: Ituango, Tarazá, San
Carlos, Anorí, San Francisco, Dabeiba, Valdivia, Sonsón, San Luis y Granada,
los cuales concentran un total de 1.261 víctimas entre 1990 y 2012.
Indudablemente la guerrilla debería tener un gran
compromiso con este tema, partiendo de que el problema de las minas
antipersonal se ha movido por el departamento a la par con el conflicto,
aumentando el número de víctimas en las zonas donde la disputa y el control
subversivo son mayores.
Así lo explicó el secretario, Santiago Londoño: “La
guerra de minas va de la mano del conflicto y de la agresividad del conflicto.
El Oriente fue un espacio entre los años 80´s y principios del siglo XXI, de mucha
actividad de los frentes 47 y Noveno de las FARC y del Carlos Alirio Buitrago
del ELN, y la guerra de minas fue una de sus armas predilectas (…) En este
momento el conflicto está muy vivo y muy agresivo en las zonas de Ituango,
Toledo, Briceño, Tarazá y parte de Cáceres, allí estamos viendo que el número
de víctimas está creciendo.”
A esto se suma que las minas están siendo instaladas en
caminos rurales que son paso obligado para las tropas del ejército pero también
para los campesinos, que se dirigen a sus lugares de siembra o tala de árboles,
y para los niños que van a estudiar a sus escuelas, por lo que se viene
avanzando en materia de prevención con la población civil.
Habrá que ver entonces la voluntad de la guerrilla para
ponerle fin a una estrategia en la que se han hecho cada vez más expertos, en
la fabricación y detonación de las minas, utilizando materiales plásticos o de
vidrio que impiden la detección de los artefactos y usando cada vez más explosivos
para generar daños mayores.
Así lo reflejó el incidente ocurrido el pasado 13 de
enero en la vereda Pueblo Nuevo del municipio de Briceño, en el Norte de
Antioquia. Ese día tres adolescentes regresaban hacia sus viviendas en horas de
la noche cuando de manera accidental uno de los jóvenes detonó una mina
antipersonal. La explosión le causó la muerte instantánea a un menor de 15 años
de edad y heridas a sus dos compañeros de 17 años.
De acuerdo con información del Batallón de Desminado Humanitario
Nº 60 del Ejército “Coronel Gabino Gutiérrez”, los artefactos que está
construyendo actualmente la guerrilla no corresponden a minas convencionales;
las cuales tienen la capacidad de mutilar la pierna de un ser humano a la
altura del tobillo, por lo que son conocidas como “quiebra patas”.
“Normalmente
una mina convencional tiene entre 60 y 80 gramos de explosivo en cualquier
parte del mundo. Pero aquí estamos hablando de aparatos improvisados con
aproximadamente entre 1.200 y 1.500 gramos de explosivo. Esto no es una quiebra
patas. Eso es lo que causa la mutilación de las dos piernas por encima de la
rodilla”, explicó un uniformado del ejército de quien se omite su nombre por
seguridad.
Dado el riesgo
que representan este tipo de artefactos, no sólo para las tropas sino también
para la población civil, y de acuerdo con el tratado de Ottawa mediante el cual
Colombia se comprometió a destruir todas las minas antipersonales que existan
en el país, en Antioquia las autoridades le apuestan al desminado humanitario
en regiones como el Oriente, donde hay menor intensidad del conflicto, y al “desminado
en caliente” en las zonas del Norte, Nordeste y Bajo Cauca.
Este año se espera que el municipio de San Francisco, sea
el segundo municipio del Oriente libre de amenaza de minas, después de San
Carlos. La meta es que estas trampas mortales no destruyan más vidas en Antioquia,
porque en palabras del Secretario de Gobierno, “un campo minado es una
declaratoria de guerra perpetua.”
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