Cuz Amparo con la foto de su compañero Ómar de Jesús Correa |
“Debido
a la desaparición de mi compañero yo he estado en tratamientos psicológicos y
psiquiátricos al igual que mi hijo menor, Carlos Andrés. A él ese día el papá
le dijo que lo acompañara al INEM, pero el niño le dijo: 'no papá váyase usted solo'. Tres años después Carlos
Andrés reventó. Decía que si él hubiera ido no se habrían llevado a su papá o se
los habrían llevado a los dos; y que él preferiría eso, que se los hubieran
llevado a los dos, a vivir la vida que tenemos ahora, porque la depresión uno
no la puede controlar, así tome la droga psiquiátrica que sea, eso lo ataca a
uno de un momento a otro.”
El
drama de Cruz Amparo Zapata representa el de decenas de víctimas que, con cartel
y retrato en mano, marcharon por las principales calles del centro de Medellín
el pasado 30 de agosto, cuando se conmemoró el Día Internacional del Detenido
Desaparecido.
Cruz
Amparo es integrante del Movimiento de Víctimas de Crímenes del Estado
Colombiano. Ella va a ajustar 10 años buscando a su compañero Omar de Jesús
Correa Isaza, desaparecido el 20 de noviembre de 2002, cuando fue visto por
última vez cerca de la estación Acevedo del Metro de Medellín.
Ese
día Omar se dirigía al Metro para viajar hasta el colegio INEM del barrio El
Poblado, donde estudiaba su hijo Carlos Andrés, para solicitar una prórroga de
pago de la pensión estudiantil, porque él y su esposa se encontraban
desempleados. “Esta es la hora que no se sabe nada de él –expresó Cruz Amparo-.
A mí me tocó ir tres días después al colegio para informar que a él lo habían
desaparecido y para pedir un nuevo formulario de prórroga.”
Desde
que desapareció Omar, Cruz Elena tuvo que empezar a trabajar como empleada
doméstica para sostener a sus tres hijos, Carlos Andrés, entonces con 11 años;
Pablo, con 15; y Gabriel con 20. Luego Gabriel se casó y Pablo comenzó a
laborar como mensajero para ayudar con los gastos del hogar y costearle los
estudios a Carlos Andrés, quien cursa cuarto semestre de licenciatura en
Ciencias Sociales en la Universidad de Antioquia.
Y
aunque en la actualidad el panorama ha cambiado un poco la familia Correa
Zapata aún sufre el tormento de no saber dónde está Omar. “Van casi 10 años y
hasta el momento no se sabe nada. Por eso yo estoy marchando para reclamar Verdad,
Justicia y Reparación Integral”; expresó Cruz Elena mientras enseñaba el cartel
negro con la foto de su esposo: un hombre trigueño, de cabello ondulado, nariz
achatada, cejas pobladas y ojos rasgados.
Como
Cruz Elena, decenas de víctimas marcharon en Medellín exhibiendo retratos con
los rostros de sus parientes desaparecidos, portando mensajes alusivos de
rechazo a la desaparición forzada y agitando figuras humanas, hechas en
cartulina negra, como símbolo del incesante duelo que origina la ausencia de
los seres queridos cuando no se sabe que ocurrió con ellos.
“La
marcha fue una manera de continuar visibilizando la problemática de la
desaparición forzada y la impunidad que
está rondando a la mayoría de estos crímenes, porque las investigaciones
definitivamente no avanzan”, expresó la abogada de la Corporación Jurídica
Libertad, Liliana María Uribe Tirado.
La
jurista reveló que “el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado
calcula que en Colombia hay más de 50 mil casos de desaparición forzada. De
hecho la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que abrió la base de
datos para ese delito desde el año 2008, ya tiene más de 40 mil casos registrados.
Este es un problema gravísimo que el país no ha dimensionado y sobre el cual
hay mucha indiferencia.”
En
Antioquia, de acuerdo con las cifras del Grupo de NN y Desaparecidos del Cuerpo
Técnico de Investigación de la Fiscalía, reveladas por la Gobernación
Departamental, se registraron 4 mil 845 casos de desaparición entre enero de
1990 y agosto de 2012. De esa cifra, 949 personas fueron halladas vivas y 303
muertas. Este año, entre el primero de enero y el 22 de agosto, se han
reportado 355 casos de personas desaparecidas.
Y aunque dada la magnitud del problema, el Gobierno creó la Unidad Nacional de Desaparición
Forzada y Desplazamiento Forzado, la cual tiene fiscales delegados para estos
delitos en varias zonas del país, el panorama sigue siendo desolador porque
apenas hay 23 fiscales que tienen a su cargo cerca de 30 mil investigaciones de
desaparición y desplazamiento forzados. La pregunta es ¿cuándo van a investigar
30 mil casos?, de los cuales unos 16 mil corresponderían a desaparición
forzada”; indagó Liliana Uribe.
Por
esta situación algunas de las principales consignas, expresadas durante la
marcha en Medellín, exigían celeridad para resolver los procesos de
desaparición forzada en el país y hacían un énfasis esencial en los casos que
involucran a miembros de la fuerza pública.
“Por casos como el del
general (r) Santoyo ¡NO! al fuero militar”
“'General' Santoyo: ¿dónde están Ángel
Quintero y Claudia Monsalve? Por casos como este no al fuero penal militar”
Esto decía una de las pancartas que encabezó la movilización del Día
Internacional del Detenido Desaparecido realizada en Medellín.
El
reclamo involucra al general (r) de la Policía Nacional, Mauricio Santoyo
Velasco, quien recientemente fue extraditado a Estados Unidos, donde la corte Este
de Virginia lo solicitó por el delito de conspiración, acusándolo de nexos con
grupos de narcotráfico y paramilitares.
Lo
paradójico es que en Colombia, el general Santoyo fue absuelto de los procesos adelantados
en su contra, los cuales además de presuntos nexos con narcotraficantes y
paramilitares, también incluían acusaciones por violaciones a los derechos
humanos, al parecer producto de interceptaciones ilegales realizadas por el
Gaula de Antioquia durante la época en que el oficial comandaba esa institución.
En
total habrían sido 1.808 interceptaciones ilegales, según pudo establecer en su
momento la agencia de prensa del IPC, realizadas en su mayoría a integrantes de
organizaciones sociales, líderes de oposición y defensores de derechos humanos.
http://bit.ly/LGwV3g
Por
esa razón, durante la marcha, los familiares de los desaparecidos gritaron consignas
exigiendo que el general investigado responda ante la justicia colombiana y que
diga lo que sabe sobre la desaparición de Ángel y Claudia, quienes eran activistas
de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (ASFADDES) y
fueron vistos por última vez el 6 de octubre del año 2000, cerca de la estación
San Antonio del Metro de Medellín.
En
días pasados el coordinador de ASFADDES en Medellín, Javiera Barrera,
expresó que en Colombia “se deberían reabrir los procesos por interceptaciones
ilegales que dieron como resultado la desaparición forzada de Ángel y Claudia,
quienes al parecer fueron detenidos por hombres del Guala cuando el general
Santoyo era comandante de esa institución.”
Para
Liliana Uribe, el caso del general (r) Santoyo, quien fue jefe de seguridad del
ex presidente, Álvaro Uribe Vélez, sería una muestra de que la justicia
colombiana avanza muy poco en los crímenes que involucran a funcionarios del
Estado. Por eso, en la marcha por los desaparecidos también se rechazó la
posible reforma al Fuero Penal Militar, que podría dificultar aún más el
esclarecimiento de las desapariciones que implican a miembros de la fuerza
pública.
“Yo
creo que uno de los elementos por los que se está promoviendo la reforma al
fuero penal militar se debe, no a la preocupación de que se condene a soldados
rasos por falsos positivos, sino a la preocupación de que la Justicia logre
llegar a funcionarios de alto nivel. Ahí es donde el Estado necesita proteger a
los militares de alto rango. En ese contexto es en el que nosotros vemos el
tema de la reforma al Fuero Penal Militar”, explicó la abogada de la
Corporación Jurídica Libertad.
Liliana
Uribe agregó que los crímenes de desaparición forzada “generalmente se asocian
con estructuras militares y paramilitares, por lo que no tienen la suficiente
relevancia social y mediática. (…) Entonces la sociedad y los medios de
comunicación tienen un déficit grandísimo con las víctimas de desaparición
forzada, en términos de visibilizar el drama que eso representa para ellos y de
develar que hay detrás de este flagelo.”
Justamente
la desaparición de Omar de Jesús Correa, habría sido producto de una
persecución política, según afirmó Cruz Elena Zapata, al explicar que en 1988 su
compañero era vicepresidente del sindicato de Cementos Nare y, al parecer, fue víctima de un complot, mediante
el cual lo detuvieron en la cárcel de Puerto Nare, acusándolo de atentar contra
el escolta que le asignó la policía.
“A
Omar lo tuvieron detenido ocho días pero la intención era desaparecerlo, pero
eso no ocurrió porque los del sindicato y yo nos quedamos en la puerta de la
cárcel para no dejarlo desaparecer. Es que así hicieron allá con un compañero
de Cementos Nare, Víctor Isaza. A él, hace casi 25 años, lo sacaron de la
cárcel y lo desaparecieron”; relató Cruz Elena.
Luego
de ese incidente la familia Correa Zapata se desplazó hacia Medellín desde el
corregimiento La Sierra de Puerto Nare. Sin embargo, “15 años después quienes
perseguían a Omar lograron el objetivo en Medellín”, aseguró Cruz Elena, quien
con voz entrecortada y ojos lagrimosos dijo que si al menos le dijeran donde
está su compañero iría por él para darle cristiana sepultura y de esa forma
acabar con la incertidumbre que le atormenta la vida.
“Cuando
vengo a estas marchas siento mucha tristeza, mucha impotencia y mucha angustia,
de ver que todos estamos luchando por una misma causa y no encontramos la
verdad”, concluyó Cruz Elena.
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