Por: José Girón Sierra
Socio del Instituto Popular de Capacitación
Socio del Instituto Popular de Capacitación
Cuando se esperaba que la instalación de los equipos del Gobierno y de las FARC en Oslo, Noruega, estuviera dominada por el protocolo y la formalidad, las intervenciones de las partes explicitaron las diferencias y las tensiones sobre un proceso en el cual no se camina sobre el mismo libreto.
Esto
no es ninguna novedad y era de esperarse después de muchos años, en los que ha
imperado el lenguaje de las balas y en los que se ha hecho más por desarrollar
la desconfianza que por decir las verdades.
Por
ello suena poco realista empeñarse en demostrar, gobierno y FARC, que estamos
en una confrontación entre buenos y malos o entre victimas y victimarios. La pose de las
FARC y del Gobierno como victimas no deja de irritar, pues se pretende ocultar
que, como actores centrales de esta guerra, la llevaron unos y otros a unos
niveles de degradación y victimización
extremos.
El
gobierno se mantuvo en el libreto de que debe respetarse el acuerdo consignado
en el documento “Acuerdo General para la
Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”,
particularmente lo referente a su componente, lo cual explicita el acuerdo
concreto. Esto es: avanzar en los cinco puntos de la agenda e insistir en que
esta segunda etapa debe caracterizarse por ser: seria,
digna, realista y eficaz.
Adicionalmente,
el gobierno se opone a un proceso largo,
a que se pacte un cese al fuego sin contar antes con un acuerdo, sobre
los cinco puntos de la agenda, y exige que se den resultados en corto tiempo.
En
el caso de las FARC, que llegan a esta negociación después de sufrir serios
reveses militares y políticos, era explicable que quisieran mostrar al mundo su
condición de fuerza armada beligerante y centraran por ello su discurso en las ideas del preámbulo de
dicho acuerdo general, extendiéndose en su proyecto político y por lo tanto de
sociedad y, desde allí, explicitar sus expectativas sobre el proceso que se
inicia.
El
grupo subversivo se opone a una negociación que esté presionada por el tiempo, reivindica
que la real negociación es con la sociedad y que mantiene su oferta de pactar
rápidamente un cese al fuego.
Un
balance de este primer round, indica que como era de esperarse las diferencias
son grandes; no obstante, que ambas partes coincidan en la necesidad de ponerle
fin a la guerra que adelantan desde hace más de medio siglo. El camino por
recorrer no es simple y como se ha dicho, se camina en el borde del abismo.
Varios
aspectos merecen destacarse:
1.
La relevancia dada al tema
de la tierra y el desarrollo agrario al colocarlo como el primer punto de la
agenda. El reconocimiento por ambos de que este tema es medular como factor
estructural altamente positivo. Pero en el tratamiento emergieron diferencias
importantes. Sobre esto, el gobierno insinúa que ya se camina sobre esto con
disposiciones concretas y que de alguna
manera a las FARC le toca sumarse a las mismas. Para las FARC, la ley de
tierras aprobada recientemente es una farsa y que lo que se está haciendo es la
entrega de las mejores tierras al capital extranjero. Proponen por lo tanto un
desarrollo agrario que involucra el subsuelo, lo cual incorpora los temas de
recursos energéticos y medio ambiente. Conocidas estas diferencias, este punto
puede convertirse en un obstáculo mayor, habida cuenta del rechazo explicitado
por las Farc dentro del marco de esta instalación a la ley de víctimas y de restitución
de tierras.
2. Es
preocupante que el gobierno en materia
de victimas no reconozca sino las víctimas ocasionadas por las FARC y el
paramilitarismo y excluya de manera deliberada al Estado como agente
victimizador, lo cual será un problema de fondo cuando se aborde el tema
de las victimas. No deja de ser esto una inconsecuencia
de parte del Gobierno cuando por otro lado reclama seriedad, transparencia y pretende inscribir dicho proceso en la
perspectiva de la reconciliación. Al respecto, Sentencias nacionales e
internacionales han demostrado la responsabilidad del Estado por acción o por omisión en crímenes de lesa
humanidad.
3. Finalmente,
El discurso de las FARC en cabeza de Iván Márquez, da pie a la preocupación de
que se quiera reditar el error de colgarle al proceso de negociación toda la
agenda social y política. No se trata, pues, de pactar sólo la desmovilización
pero tampoco es el espacio, por lo menos en la etapa que se inicia, en donde se
negocien los grandes cambios estructurales. Ambos extremos no corresponden a la
realidad. Es necesario, entonces, que las discusiones logren centrase en los
cinco puntos de agenda y que la sociedad organizada de manera paralela se
disponga a colocar sus propuestas; y que dentro del optimismo que nos debe
animar, se prepare para una tercera como el momento de implementación y
verificación.
José
Girón Sierra
Octubre
18 de 2012
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