martes, 30 de octubre de 2012

PROCURAR MORIR ÚLTIMO


Por: Diana Marcela Barajas, directora del Observatorio de Derechos Humanos del IPC

Hace un par de semanas la Comuna 13 y una minúscula, pero importante fracción de la ciudadanía, se unieron para  recordar los horrores de la guerra y los días de Orión  que aún no terminan. Querían exigir verdad, el cese de la violencia, el fin de las desapariciones, el fin de la muerte…

Sin embargo, la estirpe de Ares siguió extendiendo su mano destructiva. Más muerte, más ataques, más violencia, menos libertad y menos tranquilidad se respiran por las calles de la Comuna 13. Ese es el aire que inhalan no solo los guerreros, sino también  jóvenes y mujeres obstinados con la vida y con la justicia, jóvenes y mujeres condenados a vivir bajo amenaza todo el tiempo en el mejor de los casos, porque al fin de cuentas siguen vivos.

En estas dos últimas semanas, han sido principalmente los jóvenes los blancos de la barbarie de Ares. Con un linaje que se enmascara entre la legalidad y la ilegalidad, el dios de guerra se arroja contra esos jóvenes  que se pasean por la calles de la Comuna 13 empuñando la mano de su novia, un cuaderno, una bicicleta o su arte. Ese dios de la guerra no distingue los guerreros, va por los que le apuestan a la paz.

Esta madrugada, DUKE, uno de esos obstinados que desde el arte hip hop le apostó a la paz, fue asesinado. ¡Otro más! Exclamarán algunos de los que no saben nada sobre Orión o sobre Ares y su descendencia siniestra. Entretanto, sus cómplices culturales y sociales, su familia y sus amigos experimentan una pérdida irreparable, como también esta ciudad, así no lo sepa.

Otros, seguirán exclamando ¡Basta ya! A ese grito, se debería unir el conjunto de la sociedad. Pues en una ciudad y un país como estos, la ficción de la inclusión ha hecho perder solidaridades y fraternidades a las cuales es necesario volver, porque no existen diferencias entre lo que ocurre en la Comuna 13 y lo que puede ocurrir mañana en cualquier otra comuna de Medellín. Ares está ahí, bajo la tierra y el asfalto o detrás de un escritorio o de un uniforme, levanta fuego en cualquier momento.

A esas personas de la Comuna 13 de Medellín obstinadas con la vida, a pesar de los golpes, hay que procurar morir último. Como dice el cuento de Germán Santamaría, “No es miedo a la muerte, solo es querer que estén más a la hora del triunfo”. Porque algún día tendrá que triunfar la verdad y la justicia y ahí estarán todos ustedes invictos.

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